lunes, 19 de noviembre de 2012

Takeshi Miike, el maestro de la tortura

Para los que no lo conozcais, Takeshi Miike es un reputadisimo director Japonés capaz de dirigir 15 películas en tan solo dos años. En total ha dirigido 89 películas desde que debutara en 1991. El echo de que sea un director con hiperactividad y que sus temáticas sean de lo mas variadas hace que sea bastante difícil encasillarlo dentro de un genero aunque la violencia es algo casi siempre presente en su extensa filmografía. De el han dicho que es un director prolífico, transgresor, radical, violento, polémico y ecléctico sin olvidar que tiene un sentido del humor muy socarron. 

Pero lo que me interesa mostrar de este director son sus escenas de tortura que realmente es por lo que se le conoce. Un auténtico maestro del dolor infringido.

Su fama le llegó en el año 2000 con el estreno de "Audition", una película con tintes románticos donde el protagonista, un cuarentón viudo busca pareja a través de un falso casting para una inexistente película. Como cabe de esperar en la audición encuentra a una chica que le resulta interesante, pero la realidad es que la mujer que el cree que es su media naranja en realidad será su peor pesadilla.

La película es aburrida y lenta y solo se la recuerda por su estremecedor final, que al fin y al cabo es por la única razón que vale la pena verla. Algunos me podréiss culpar de “spoilear” el final de la película pero creedme cuando os digo que si no se vende el final la película no se vende, así de simple.


LA ESCENA

La escena en cuestión dura unos diez minutos aproximadamente, en ella el protagonista es torturado sin ninguna contemplación por la que el creía que era la mujer de sus sueños. Y realmente es una escena para enmarcar, por su crudeza y realismo así como por su sonido, posiblemente lo mas conseguido.

Las armas utilizadas por la inocente ninfa són; hilo metálico capaz hasta de cortar hueso y unos alfileres no precisamente para costura. Como he comentado antes el sonido juega un papel fundamental en la escena. Cuando escuchamos el hilo metálico penetrar la carne y luego raspar el hueso podemos sentir la misma sensación que cuando alguien hace chirriar una pizarra, solo que el hueso raspado da mucha mas grima. Lo mismo ocurre cuando al pobre desgraciado le clavan unos alfileres en los ojos, podemos escuchar un sonido sutil cuando le explosiona el globo ocular.  Imposible olvidar el "kirikirikiri" que ella canturrea mientras mueve los alfileres ya dentro del ojo.

Con esta escena se ganó la fama mundial y posteriormente sus trabajos fueron reconocidos en todo el mundo.


Takeshi Miike le cogió afición a eso de rodar torturas, así en 2001 llegó "Ichi the killer", una película muy pasada de vueltas sobre yakuzas y un asesino algo desequilibrado (como casi todos los personajes que salen en pantalla). La película es entretenida a mas no poder, con mucha garra visual y violenta hasta el infinito y mas allá. Se podría decir que la película es una oda al dolor, con varias escenas de tortura, todas ellas memorables, pero una sobresale sobre las demás.


LA ESCENA

Kakihara, el rey absoluto de la película, es un yakuza sadomasoquista aficionado a las torturas que descubre que han secuestrado a su querido jefe. Las primeras sospechas recaen en un antiguo socio de la banda y Kakihara empleará toda su perturbada imaginación para sonsacarle información a cerca del paradero de su jefe.

La escena empieza con ese antiguo socio yakuza suspendido en el aire con la ayuda de unos ganchos clavados en la piel de su espalda. Pero Kakihara no tiene suficiente con eso y empieza a perforarle la cara con un alfiler largo y afilado, pero tampoco contento con eso acaba por echarle aceite hirviendo por la espalda y la cabeza.

A pesar de ser una escena muy salvaje y gráfica, Takeshi Miike no entiende de sutilidad, la tónica general de la película, ya de por si muy violenta, hacen que resulte menos impactante que la tortura de “audition”. Con todo y eso nos da otra lección magistral de como rodar una tortura.


Y ya para rematar la faena en 2006  dirigió un capítulo para la serie “Masters of horror” con el título de "huella" (imprint). Al igual que en "Ichi the killer", Takeshi vuelve a estar en plena forma y logra rodar uno de los mejores capítulos de la serie con la escena de tortura mas conseguida que mi fragil memória recuerda.Tanto es así que la escena fue censurada en varios paises, entre ellos EEUU y Japón (dos paises expertos en esto de la hipocresía).


LA ESCENA

En esta ocasión una prostituta es torturada sin miramientos por una vieja enfermiza que carece por completo de escrúpulos.

Komomo, que así se llama la prostituta, a sido acusada de robar una joya propiedad de la madame del prostibulo donde trabaja. Como es lógico, ella lo niega rotundamente pero al ser objeto de las envidias de otras prostitutas y de la propia madame, nadie la cree. Así que para descubrir donde tiene escondida la joya la someterán a una serie de torturas a cual mas desagradable. Para llevar a cabo las torturas tienen a una vieja de los mas repulsiva que parece disfrutar con el dolor ajeno, algo que encuentro imprescindible en cualquier buen torturador.

La sesión de suplicio contiene todo lo necesario para pasar una bonita velada; bondage (aunque aquí desaparece por completo su componente erótico), quemaduras en zonas delicadas y doble ración de alfileres ( Un utensilio imprescindible en el decálogo del buen torturador según Takeshi Miike). 

Seguramente el momento donde más se pone a prueba nuestro nivel de aguante sea ese en el que la carne de entre las uñas de las manos es atravesada por los dichosos alfileres. Además del desagradable sonido, también podemos ver con toda claridad la pequeña hemorragia que se forma debajo de la uña.


 Y con esta última escena de padecimiento concluye el repaso a las tres momentazos de tortura de este director que , de buen seguro, disfruta haciendoselo pasar mal tanto a su público como a su equipo técnico y artístico, sino como se explica que se tome tantas molestias para que sus escenas sean tan grimosas.

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